martes, diciembre 04, 2007

Diario de un alma (Reposición Comunalia)

Hace algún tiempo estuve en Inglaterra. Allí las costumbres son sajonas. La cultura está cubierta por la manta occidental común, pero sus orígenes que destacan en forma de pequeños detalles nos recuerdan que somos pueblos heterogéneos.

Una mañana soleada, salí temprano a pasear. Entré en un parque, atraído por su verde intenso. Los jardines británicos son preciosos, puedes pasear entre variedades increíbles de árboles milenarios. Estos lugares contienen bellos rincones repletos de sorprendentes cúmulos de flores a cien metros de las grandes avenidas.

Aquella mañana era tranquila, no tenía ninguna obligación más que disfrutar mi paseo, así que como aquel parque era desconocido para mí, me disolví en él. Tras varios caminos frondosos, cimbré entre unos setos y me encontré en una explanada. En medio de la ciudad y dentro de aquel parque había un pequeño cementerio. No era la primera vez que en Inglaterra veía un campo santo como aquel, ubicado en un parque.

Así que tuve que atravesar el cementerio, para proseguir mi paseo. Con la intimidación tácita que puede emanar de un lugar de descanso eterno, camine en silencio, casi diría yo que con moderación y respeto. Entonces cuando estaba aproximadamente en el centro de aquella pequeña necrópolis me percaté que detrás de una lápida, había un pequeño libro. Estaba constituido por unas 150 hojas gruesas, con tapas de cuero blando, color marrón oscuro. También tenía dos finos ribetes dorados en el lomo. Obviamente, alguien lo había dejado allí para que acompañara a aquella tumba de inscripción anónima.


Sin poder evitarlo, empecé a hojear aquel cuaderno. Era un diario personal, en el hablaba de un hombre. Empecé a leer, la primera página, era una presentación, casi protocolaria, pero aun así, tenía una redacción impecable. Seguí leyendo, aquella pequeña obra personal. Hablaba de sentimientos, de amor y de sucesos. Hablaba de familia, de gente que vino y marchó. Contenía relatos escritos con pasión, hablaban de ternura, de caridad con el prójimo, del duro exilio, de malos momentos, de momentos de trabajo abundante, de éxitos, del olvido. De decadencia, de calamidades de la guerra y de la muerte. Todo lo que emanaba de aquellas letras, era humano y muy emocional. Sentí estar observando la vida de alguien que se fue, pero no sin dejar algo en el camino.

Me descubrí a mi mismo, sentado entre las lápidas, leyendo, cuando el sol empezaba a ponerse. Así que dejé el diario donde lo había encontrado, y me marché. Al día siguiente volví temprano. El diario ya no estaba.

3 Comments:

Blogger volare said...

Gracias...

De repente me he acordado de un hermoso cementerio por el que pasaba todos los días en Dublín, cerca del parque de Merrion Square. Imaginaba terribles y bellas historias como la que cuentas. Nunca me atreví a entrar...

Gracias de nuevo

beso

martes, 4 de diciembre de 2007, 10:00:00 GMT-8  
Blogger SUAVE CARICIA said...

bellisimo lo que escribes , bello en el sentido de que me dejaste pensando, que hay tres cosas, como mision que uno debe dejar en este mundo antes de partir así tu estadía no ha sido en vano, es escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol, cuando leia describiste lo que sería cuando hace algún tiempo decidí dejar escrito, acontecimientos para que algún día mis hijos, y mis nietos supieran realmente como fue el paso de la dictadura en este país.

genial
1, no se si abría leído un libro en el cementerio, soy cobarde, con esa brecha que separa la vida de la muerte.
dejo abrazos terrenales
y besitos divinos para ti
además
de mis suaves caricias

lunes, 10 de diciembre de 2007, 8:07:00 GMT-8  
Blogger Conciencia Personal said...

Habrá algo después de la muerte...el alma de un libro desaparecido...nuestra miseria terrenal nos orilla a creer que debe existir algo más alla..

Besos

miércoles, 12 de diciembre de 2007, 23:50:00 GMT-8  

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