Un haz de esperanza
Experiencias, que en aquel purgatorio de putrefactos nenúfares, habían dibujado en su cara, las huellas de un vía crucis particular. La escoria de aquel submundo había sometido su carácter. Aunque al mirarse en el espejo nunca dejó de repetirse que las flores siempre rebrotan en primavera. Estación del año que había olvidado visitarle durante demasiado tiempo. Sin embargo es posible que aquel diminuto haz de esperanza fuera lo único que entre tanta escoria le mantuvo a flote.
Nunca supo cuando llegó aquella carta, hacia tanto tiempo que no habría el buzón... Es posible reo de él, aquel sobre, llevara meses allí, probablemente desde las pasadas navidades. Extrañado, hoy, último día de febrero, lo contemplaba tamborileando los dedos, sobre la mesa de su comedor.
Miró el dorso del sobre, el remitente había escrito su nombre. Ingrid. Aquella vieja amiga de su pubertad le había encontrado. Se tomó su tiempo para abrirlo. Por unos instantes, flotaron cientos de imágenes por toda la habitación, rodando en círculos concéntricos a su alrededor. En aquellos minutos viajó dulcemente al pasado, incluso hasta el olfato pareció encontrar remembranzas. Tras aquel particular minuto nostálgico, decidió abrir el sobre.
Ingrid le dedicaba cinco folios de palabras escritas a pluma. No había sabido nada de ella desde hacia diecisiete largos años. Las tres primeras líneas hablaban de los muchos papeles arrugados que había desencadenado aquella carta. Inmediatamente Ingrid afrontaba el “Porque” de escribirle. Después de tanto tiempo, unas razones casi políticamente correctas, rompían el hielo. Luego un pequeño resumen la situó en espacio y tiempo. Seguidamente abrió el cofre de los momentos compartidos. Todo su mundo se detuvo y volvió a ser aquel chaval, recordando su pubertad de puño y letra de aquella chica a la que tiempo atrás amó.
A mitad de la carta, el tono cambió. Sintió como un reproche enterrado en el pasado, rebrotaba a modo de zombi en una noche de luna llena. Hablaba de los días posteriores a los que dejó el grupo, justo después de tomar aquel tren. Luego empezó a justificar su silencio, silencio a explicarle la verdad. Extrañado, devoró sus letras como un hambriento hasta que llegó a lo que le dejó congelado. Llegó al verdadero “Porque” de aquella carta.
- Una semana después de que partieras, fui a comprobar lo que solo una mujer es capaz de saber sin hacer prueba alguna. Y tal y como sabía, dio positivo. Se llama Laura, tiene diecisiete años y quiere conocerte.
9 Comments:
Esas cosas que pasan y que tú cuentas tan bien.
Hola, pasaba por aqui...
Sorpresas que te depara la vida...
Final que no me esperaba.La verdad,no suelo ser mal hablada,pero reconozco que al final,la exclamación que me vino,no es como para reproducirla aquí...
Muy buen relato,me gustó
Cartas tardias...
Pasados que se hacen presentes...
Un abrazo Jok.
Jok, te llevo la contraria en mi blog.
Es tan próximo a lo real, tu relato.
Conozco un caso de una amiga cuyo esposo conoció a una hija cuya existencia ignoraba.
Al principio no la pasaron bien porque aunque sea un hecho del pasado, es un ser que se aparece de repente y sacude las estructuras de cualquiera.
En este caso, todo salio para bien.
Pienso en tanta gente que en el pasado no pudo reclamar su derecho a la identidad o ascendencia... Ahora, con los estudios genéticos la cosa cambia.
Te niegas a la prueba, y automáticamente, sin hacerte el ADN resultas padre de la criatura.Cosa que me parece bien pero traumática para el hijo que espera románticamente una respuesta positiva pero del alma paterna.
Lo has contado muy bien, como siempre.
Saludos.
ooooooooooo
me fui metiendo en la historia y solo digo ooooooooo,
que fome esperar tanto tiempo para decir la verdad, despues de tanto tiempo no se si vale la pena, los hijos se disfrutan del comeinzo, aunque a cualquier edad un hijo , te da la alegria, aunque conocerla grande no se si se pueda tener ese cariño y confianza que se teje en la infancia.
dejo suaves caricias
Tus palabras golpearon con fuerza en mis recuerdos...
historias tan reales... buffff..!!
Me ha encantado.
Isabeau
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