martes, febrero 06, 2007

Lo esencial


Ricardo era un joven interesado por la vida. Podríamos decir que era una de esas personas de sentidos abiertos. Era un hombre con un innegable calado, tanto en su manera de hablar como en su forma de pensar. Era el tipo de persona que nadie se le hubiera ocurrido decir que estaba loco. Yo tuve la suerte de conocerlo. Fui compañero de universidad y amigo suyo, por lo menos hasta el día de hoy.

Aquella mañana Ricardo me llamó por teléfono. Su voz parecía angustiada. Me dijo que quería verme, que necesitaba hablar conmigo sobre un asunto importante. No me dio más explicaciones, pero su afligida voz me dejó inquieto.

Nos encontramos a las cinco en punto en El Café de la Opera de las Ramblas. Parecía extraño. Llevaba un largo chaquetón azul marino y unos guantes de cuero negros. Unas prominentes ojeras colgaban bajo sus ojos, y su piel había adoptado un color gris enfermizo. Le pregunté si se encontraba bien y me confesó que se sentía cansado. Luego hablando con él, me reveló que había estado muy ocupado estos últimos meses. Rompimos el hielo hablando de pequeñas cosas banales. Diálogo protocolario previo a una conversación privada e importante. Pero el formalismo duró poco, en breve, Ricardo entró al trapo.

Empezó explicándome que había estado investigando. Y que tras meses de búsqueda, había dado con ciertos libros antiguos, libros prohibidos por la innombrable. Al parecer esos libros habían sido salvados del fuego purificador, posiblemente por los mismos escribanos que lo copiaron del original. Original ya perdido posiblemente pasto de las llamas.


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Me explicó que semanas atrás, se había encerrado durante días dentro de aquellos libros. Me dijo, que cuando los libros de la verdad llegaron a sus manos, un espiral descendente lo introdujo de lleno en sus letras. Inmersos en ellos, podía entender el significado de los pensamientos. Llegando incluso al Nirvana en algunos casos. Al principio reí, descafeinando sus palabras. Pero su rostro cambió, y su mirada se torno de cristal. Ricardo me penetró con sus pupilas, y con un gesto lento se sacó un guante, mostrándome su mano. Fue en ese mismo instante cuando se me heló la sangre. Su mano se había transformado en una garra momificada, extremidad carente de vida y de juventud. No podía entender que era lo que le había ocurrido a Ricardo, pero estaba claro que estaba metido en algo abominable.

Entonces me miró a los ojos y me preguntó:

- ¿Has pensado que es lo esencial?


Su confusa pregunta no obtuvo nada, más allá de mi silencio.



3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lo esencial es invisible a los ojos.

martes, 6 de febrero de 2007, 4:39:00 GMT-8  
Blogger tormenta del mar said...

Gracias Jok, por dejarme por un rato ser la princesa del acantilado, gracias por ser rescatada en los brazos de un noble caballero! Gracias por ayudarme a soñar! Una maravilla el relato!

Besos de hada...en medio de la niebla...

miércoles, 7 de febrero de 2007, 18:42:00 GMT-8  
Blogger @Intimä said...

Esencial= principal, elemental, `
podría ser el principio de todo o de nada, dependiendo de lo que cada uno anteponga dentro de sus principios.
Tú silencio, te dejo meditar lo suficiente?
Besitos.
Pd: Me ha gustado el relato, me sorprendio lo de la garra.
La foto es preciosa, yo le doy mucho valor a las imagenes que acompañan las palabras, creo que han de estar en perfecta comunión y la tuya lo esta.
Gracias por el precioso relato que me has dejado en el comentario. Me ha gustado muchísimo ese despertar.
;-)

miércoles, 7 de febrero de 2007, 23:05:00 GMT-8  

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