Al otro lado del hielo
El tiempo corrió como un galgo persiguiendo a un conejo. La nieve fue tiñendo las aceras de la gris ciudad. El frío no consiguió helar los engranajes de los viejos relojes que observaban desde los campanarios el ritmo tintineante de las personas que iban y venían apurando sus compras de Navidad. Llegó Enero y el nuevo año, olvidando las cosas que fueron y llevando a las conciencias a nuevos mundos de esperanza. Luego los paisajes llenos de bufandas y vaho en los cristales dejaron paso a la belleza rebelde de las flores. Esta belleza se manifestó en las macetas que colgaban de los alféizares y cornisas de los edificios. Los pájaros volvieron de sus viajes invernales para alegrar nuestras mañanas. Más tarde el sol abrasador calentó como la garganta de un volcán implacable cada centímetro de la ciudad, derritiendo las imágenes como espejismos. Las piscinas y las playas se llenaron de personas que se postraban como lagartos empapándose de rayos solares. Poco a poco el sol tostó las hojas de los árboles, dorándolas, secándolas y haciéndolas cada vez más inútiles. Estas comenzaron a caer en una lluvia de armonía y nostalgia formando alfombras sobre las calles. El viento tardío, se dedicó a mecer las hojas como olas del mar. De nuevo llegó el frío, ya había pasado un año entero y aún continuaban amándose. Lo hicieron cada uno de los días que pasaron desde que se separaron. Lo hacían para ellos mismos, lo hacían en secreto. A veces sentían que se amaban bajo la manta de la vergüenza de lo políticamente incorrecto. En el fondo de sus corazones sentían que algún día se volverían a encontrar, posiblemente cuando se derritiera el hielo que los separaba. De manera inexplicable, de vez en cuando, se encontraban en sueños furtivos. Paseando por el mismo camino, amparados por la magia de Morfeo que les regalaba un lugar cubierto de imprecisión, niebla y realidad inconsciente donde sus miedos y sus nuevas vidas les permitían tocarse. Sus caricias parecían reales, asustaban de lo reales que parecían. Luego al despertar los remordimientos afloraban reprochantes. El universo es muy extraño pensaban, tras un año separados todavía mantenían conexiones inexplicables. Desde luego lo que existía entre ellos continuaba siendo grande e incuestionablemente poderoso.