miércoles, enero 31, 2007

Hoy es así

Ni toda la arena del desierto podría cubrir esta noche tu imagen. Ni toda el agua del mar podría privar esta noche, al carbón que roza mi papel a dibujar tus ojos. Ni todas las estrellas del firmamento pueden evitar que esta noche mientras mi pluma escribe, aparezcas tú. Ni todo el fuego del sol pude evitar que esta noche tu ausencia hiele mi aliento. Ni el terremoto más grande podría esta noche arrancarte de mis sueños. Ni el más duro huracán podria esta noche alejar de mi mente las margaritas que dibujo en tu espalda. Ni el conjuro más poderoso del mundo podría evitar que esta noche muera por ti.

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Hoy es así, mañana quien sabe


lunes, enero 29, 2007

El humi elegido


Aquella mañana de enero, tocaba madrugar, me levanté temprano. El primer viaje de negocios del año se presentaba en el día más frío que recordaba. Me apresuré en mis tareas rutinarias de aseo y preparación previas a un viaje. No podía perder mi tren. Una vez en la calle, sentí como un frío severo cortaba mi piel. Levanté mi mirada escrutando las pesadas nubes amenazantes sobre la ciudad. La estación no estaba demasiado lejos de mi piso, así que como había salido con tiempo me envalentone contra mi propio pronóstico meteorológico y decidí ir andando. Inmerso en mis pensamientos, no me percaté que el único sonido que me acompañaba era el eco que producían mis zapatos sobre la acera desierta. Ni un alma, ni un movimiento, nadie a la vista. El mundo parecía estar sumergido en un sueño propio de un cuento de hadas. Entonces de manera tenue, empecé a oírlo. Algo parecía arrastrase detrás de mí. Mire en derredor, no vi nada, aunque podía percibir su presencia, era como si me estuvieran observando. Me detuve. Esperé un segundo inquietante. Seguía sin ver nada. Poco a poco un creciente tornado fónico, producido por trompetas largas comenzó a emanar a través del suelo. Dos arqueros aparecieron a ambos lados de la calle. Entre una brumosa niebla, aparecieron dos paladines, custodiando a una hermosa dama. Cubierta con un vestido de gasa color espuma de mar, y con una flor adornando su cabello, se dirigía hacia mí. Mis ojos la apresaron. Tenía un grácil andar, parecía prescindir, si cabe, de tocar el suelo. Tras de ellos, un anciano enano de barba blanca y cejas pobladas, los acompañaba. A quince metros aguardaban sus monturas. La realidad pareció descomponerse por segundos cuando advertí que lo que a priori, creí sus caballos, en realidad eran unos hermosos pegasos. El más bello, bravo y salvaje de todos ellos, del cual había visto desmontar a aquella preciosa mujer, llevaba en sus dos tobillos delanteros unos grilletes unidos a unas cadenas rotas.

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La dama, se detuvo ante mi y en una desconocida lengua comenzó a hablarme. El viejo enano traducía sus palabras.

Se llamaba Agnusen, era la princesa del reino de los cristales blancos, situado más allá del linde del mundo conocido. Por alguna razón, el brujo Fasistorteles, que poseía la gracia del rey, había vaticinado un eminente ataque a su pueblo del oscuro ejército de Rohant. Incrédulo y sin apenas poder reaccionar, miraba aquella escena interpretada por unos personajes vestidos de época. El enano prosiguió alimentado por las palabras de la princesa. Al parecer el hechicero, pudo ver en sus sueños como un humi, apelativo de los seres humanos, tomaba partido en esa contienda, inclinando la balanza, hacia el lado del bien. Entonces, ella se arrodilló ante mí, haciéndome pasar el peor momento de mi vida. Sus lágrimas rodaban por su mejilla mientras besaba mis pies. El enano concluía diciéndome: El humi, salvador de nuestro pueblo, eres tu. Debes venir con nosotros y cumplir tu destino.


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lunes, enero 22, 2007

Océanos de besos

Esta noche, si camino por tu mente, bésame. Esta noche, si piensas en mí, bésame. Esta noche, si estoy contigo, bésame.
Cierra tus ojos despacio y bésame. Cierra mis ojos y bésame despacio.
Hoy, si aparezco en tus sueños, por favor,…, por favor, no olvides besarme. Hoy, si decides aparecer
en los míos, por favor, bésame.
Esta noche, acercate, susúrrame algo al odio y bésame. Esta noche, cúbreme con tus pestañas y bésame. Dibuja con tus labios mi sonrisa y bésame.

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Esta noche, inúndame con tus besos.

miércoles, enero 17, 2007

Cambié mi vida por la tuya


Una vez, conocí a una pareja encantadora, que vivía en una preciosa casita pareada con jardín. Su felicidad era tan grande que parecían disfrutaban de todo lo que había a su alrededor. John era un hombre guapo, atlético e inteligente. Poseía un buen trabajo en una multinacional de reputación. Susan era una preciosidad de grandes ojos y simpatía infinita. Ostentaba un don especial en lo concerniente a las relaciones interpersonales. Todo el mundo parecía quererla y todos querían disfrutar de su compañía. Susan era una mujer ambiciosa y trabajadora, también tenía un buen cargo en una conocida empresa.

Los mejores amigos de ésta, nuestra pareja, eran sus atractivos vecinos. Ken y Barbie Share. Como no, tan encantadores y maravillosos como ellos. Podemos decir que la felicidad se palpaba en cada barbacoa que celebraban en alguno de sus dos fabulosos jardines, o en cada partido de tenis a dobles que practicaban con gran estilo o en cada fiesta en la que salían los cuatro, con sus maravillosos coches deportivos y sus trajes de moda.

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Entonces ocurrió algo inesperado.
Un día, llegó Susan del trabajo extraña, preocupada diría yo. John la abrazo y le pregunto: ¿Qué te pasa amor? Ella miró a su marido. Unas lágrimas brotaron de sus ojos y le dijo. John, ya no te quiero. Quiero separarme de ti. John no podía dar crédito, a las palabras que surgían de la boca de su mujer. Pero los ojos de Susan, no parecían mentir.

- Pero…, si somos felices. ¿Por qué?
Ella, se quedó en silencio, mientras sopesaba un revoltijo de culpabilidad y de valentía.
- Dime, hay otro hombre, verdad.
Susan, fue sincera por el amor que alguna vez había tenido por su marido. Y contestó, con un murmullo, que como un sable traspasó el pecho de su marido.
- Si.
- ¿Quien es él?
- Es Ken.
En ese momento el corazón de John se rompió en mil pedazos y sintió el dolor de la tristeza en su propia alma. Su amada, se había enamorado de su mejor amigo. Así que John, con lágrimas en los ojos, se dirigió a la habitación a hacer su equipaje.
Y como es normal en estos casos, John abandonó la casa dejándosela a Susan. Se mudó a un hotel.

La vida de John pareció entrar en una oscura y desconocida gruta, donde los días pasaban despacio y sin ningún acontecimiento destacable. Mil recuerdos e incomprensiones bombardeaban a cada segundo su mente abatida.
Casualmente cada día tenía que pasar por delante de su antigua casa para ir a trabajar. Los primeros meses, pasaba con el coche a toda velocidad, sin mirar, sin asomarse a su antigua vida. Pero el tiempo, sabio consejero, poco a poco fue cicatrizando las amargas heridas de John. Y por fin, pudo un día mirar al pasar. La escena que vislumbró, se repetía sistemáticamente cada mañana al pasar por su antigua residencia. Vio como de su antigua casa, se abría la puerta. Vio a su exmujer Susan, como besaba a Ken en la boca, despidiéndolo en su camino al trabajo. Una bonita escena doméstica, de no ser su exmujer y su exmejor amigo, los actores principales. La primera vez que lo vio, por un momento pasaron fugazmente pensamientos homicidas por la confusa cabeza de John. Pero luego, bajo la mirada con resignación y siguió su camino.
Un par de meses más tarde, John recibió una inesperada visita a la habitación del su hotel. Era Barbie, quería hablar con él, respecto todo lo que había pasado y lo mal que ella se encontraba. Al parecer, el mismo día que Susan habló con John, Ken habló con Barbie, para decirle exactamente lo mismo. Y como suele pasar en estos casos, Ken abandono la casa, dejándosela a ella. Barbie explicó los hechos acontecidos y sus sentimientos. Ambos lloraron y todo se tornó complicidad. Días más tarde volvieron a quedar, entonces ocurrió algo fabuloso. John besó a Barbie y ella respondió apasionada.
Tras un corto periodo de festejo, Barbie y John empezaron a vivir juntos.

Y,... ¿a qué no adivináis a quien tenían por vecinos?



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miércoles, enero 10, 2007

Júpiter despierta a Marte

Júpiter despierta a Marte. Decidido, intenta hacer hervir la sangre del más grande de los guerreros. Apresa su rostro con ambas manos y le brama con mil rugidos.

Hijo del cuarto Rey, príncipe del astro rojo ¿Cómo piensas derrotar al demonio de las dos cabezas? ¿Cómo vas a devorar al monstruo que tu mismo has creado?
Hermano, ¿cómo has podido permitir a Eris, diosa de la discordia, que arrebate tu sobriedad? ¿Acaso no nos advirtió el astro rey que ella era Leviatán? Y ahora, ¿cómo vas a romper el conjuro que llevas tatuado en tu piel?

(Silencio…) Mirada escrutadora a pocos centímetros de sus ojos. Marte no aparta ni esquiva, sus pupilas desafiantes.

Marte ¡Ahora manifiéstate!



Elige tu mejor arma. Hazla prolongación de tu diestra y aliada de tu siniestra. Libera tu mente de cada segundo mutuo. Extráela de tu centro y por fin, lánzala al vacío.

Hoy debes hacer fluir tu saliva y tu semen. Mueve tus tentáculos en las oscuras grutas. Debes llegar al principio del universo y entender tu linaje.

Perdona si mis palabras te resultan demasiado duras... Pero si tu valor huyó para siempre, o has perdido la fe en ti, debes acabar con tu amargura. Quizás Hera pueda ayudarte. En su collar guarda cápsulas narcóticas de amapola.


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lunes, enero 08, 2007

Un día la vi

Un día la vi.

Cuenta la leyenda que en las montañas rojas, habitaba una extraña mujer. Era huésped de una cueva, morada por cien luciérnagas. En su oscura gruta, se escondía temerosa del resto de los hombres. Dormía de día y vivía de noche. Trovadores de todas las comarcas la nombran en sus versos, como la mujer más bella y misteriosa que ha existido.



Dicen que esbozaba con carbón sus anhelos, por todas las paredes de su guarida. En cada uno de sus tribales dibujos, aparecía una luna llena sobre ella. Por las noches cubría todo su cuerpo con un velo de seda. Tela que impedía que sus pinturas la vieran llorar. Sólo cuando las teas ya dormían, una pequeña sonrisa iluminaba el bisel de su silenciosa horizontal. Aunque sólo fuese un guiño para si misma, sus apretadas mandíbulas descansaban unos instantes. Juglares y titiriteros cantan que en cada plenilunio, bailaba desnuda con una serpiente. Dicen las antiguas rimas que con sus blancas manos hipnotizaban a los reptiles. Escribanos inmortales juran en sus libros, que en sueños podía conversar con Aristóteles y que su sombra era un lobo. Los más ancianos dicen que sus ojos han inspiraron a todos los genios pero que su corazón era piedra negra.

domingo, enero 07, 2007

Labios de Frambuesa


Yo era un joven desmañado que devolvía al mundo miles de sonrisas diferentes. Con una inocencia razonable, podía extraer de un vistazo el áurea de las personas con las que tropezaba. Discerniendo en apenas unos segundos, si el individuo en sí, era de carne y piel, o de acero candente. Solía corretear por la escalera de mi edificio, arriba y abajo. En mi vecindad me conocían como un alocado chaval de buen trasfondo. Un día conocí a la hija de una vecina que era de mi edad. Era una chica de ojos tristes pero con sonrisa de pastel. Empezamos a coincidir en el portal del edificio, aparentemente por casualidad, hasta que la casualidad empezó a ser tan frecuente que supongo que dejó de serlo.

Solía parpadear entrecortadamente cuando escuchaba las brabuconerías que yo le explicaba. Era una solitaria adolescente de 15 años, buscando su lugar, en un mundo de cristales rotos. En su mochila, literatura de autoayuda femenina, sacos para su propia barricada. Solía decirme que éramos sordos, ciegos y mudos. Que el mundo grita a cada segundo, y nos envía arcoiris, auroras boreales y puestas de sol. Decía que sumergidos en nuestro barrio, éramos incapaces de entender aquel código. Cuando me hablaba así, yo solía mirarla estupefacto, sintiéndome mucho más niño que ella. Nos hicimos inseparables, pese a que éramos la noche y el día. Ella, una preciosidad y yo, un desastre de pelo enmarañado. Supongo que encontró en mí, un chiquillo divertido que la trasportaba a mil y una aventuras improvisadas. Un atardecer me besó sin que yo lo esperara. Esa misma tarde me enamore de aquella mujercita, de sus ojos, de su piel y de sus labios de frambuesa. Veinte años después aun la llevo en mi recuerdo.


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sábado, enero 06, 2007

Tu pequeño mundo

Tic Tac, tic tac. Un viejo reloj vienés, late dentro de su caja de madera al ritmo de su antagonista frente al espejo. Al lado, una puerta. Dentro empiezan los sueños. Un payaso de trapo con cabeza de porcelana, perdió su pulgar. Descascarillada mano que una vez acaricio el pelo de lana de una bonita muñeca pelirroja. Un caballito de madera se balancea con sus patas clavadas a los pies de una mecedora.


Soldaditos de plomo con uniforme francés, miran al techo impasibles. Por la ventana un osito de peluche contempla la lluvia. Dentro, el olor a gominola envuelve una atmósfera de jersey de cuello cisne. Una colección de caracolas rodea a un calidoscopio siempre mágico. Nieva dentro de una pequeña esfera con monumentos parisinos. Una cajita de música interpreta una armónica melodía con la que una damisela vestida de ballet gira. Una sonriente luna violeta en forma de C, golpea el sol haciendo cantar de nuevo el móvil de cuerpos celestes que cuelga del techo. Un mapamundi nos descubre miles de lugares extraordinarios para visitar juntos. Sobre una estantería reposan historias maravillosas, contadas por los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen. Un yo-yo, una peonza, y también una cometa colgada de la pared que desea volar. Hadas y animales rellenos de algodón cubren la cama con edredón fantasía. Cien estrellas fluorescentes forman tu planetarium particular. Cada noche tengo un cuento para ti.