jueves, mayo 31, 2007

Pared entre dos jardines


Una poderosa fuerza de túnica negra llevaba el engaño bajo la lengua. Venía a salvarte, venía a reconfortarte. Dijo que era tu bálsamo, tu refugio, tus murallas y tú lo creíste.

Aquella invisible materia gravitatoria apresó su pensamiento. Era tan mordaz, tenía tal acritud y maldad que fue cerrando cada una de sus puertas, tapando cada una de sus ventanas, obturando cada rendija, bloqueando cada respiradero, hasta que ya no entró ni aire ni luz. Sus cerrojos eran tan gruesos y sus sellos tan impermeables que su palabra quedó encerrada, presa de patas en aquella caja hermética de paredes de acero.


Se acostumbró a su refugio y fingió sobrevivir. Cultivó un síndrome de Estocolmo dentro su propio ser y se conformó con aquello. Porque quien convive con serpientes acaba desarrollando el antídoto de su veneno. Más tarde acabó por cansarse de su propia compañía. Empezó a detestarse y decidió dormir para no tener que escuchar a su propia conciencia. Durmió, durmió y durmió pero en su sueño no hacia más que preguntarse ¿Quién acunará al rojo clavel? ¿Quién?

Despertó tiempo después, y deseó salir, pero no supo como. Escuchó voces fuera, y gritó, pero no lo suficiente fuerte. No podía. No sabía. Pensó que era inútil. Pensó que no valía la pena. Lloró, por que el ser humano llora, goza de ese gran privilegio. Pero aquella voz no quiso abandonar y comenzó a hablarle. Se filtró por las obturadas rendijas. Las palabras se colaron por los respiraderos bloqueados buscando su alma, y su fuerza quebró todos los sellos. La sencillez de aquella voz rompió todos los cerrojos.

Las puertas se abrieron y el sol entró en aquella parcela de aire vicioso. Renovó aquel aire. Llenó el recibidor de flores. Arrancó los grises manteles, las cortinas y la ropa de cama vieja. Los cambio por telas de vivos colores. La luz comenzó a flotar en armonía, formando en el ambiente destellos de colores irisados, invadiendo cada molécula de aquella alma. Por fin, aquella tristeza, pared entre dos jardines, desapareció.


miércoles, mayo 30, 2007

Te invade

Ya viene. Ya comienza. Esta vez arrastra una dentada cola carmesí, acabada en punta. Ha embrionado dentro de nosotros, crece y empuja. Se propaga por las venas creando turbulencias en su estela y por supuesto, llegando a cada punto del ser. Crece el ansia, la velocidad, la necesidad, la obsesión. Araña las paredes de la mente. Se instala, ganando a cada paso terreno y en poco tiempo concluye su hegemonía. La gente lo percibe y en sus miradas huecas, se revela un vacío absolutamente lleno. Este ente se ramifica y fluctua a impulsos, polinizando el mundo con amor hechizado de odio y con una alegría cubierta de escarcha tristeza. Y nosotros mientras tanto, nos limitamos a morder la mano que nos acaricia.
Nos hemos contagiado con un absurdo raciocinio. Creciendo en nosotros disciplinas que nos hacen mirar por un prisma donde la vida se ve como una continua paradoja.






jueves, mayo 24, 2007

Responde el viento

Un recuerdo, un verso. Un verso, una lágrima. Una lágrima, tierra a la esperanza. Lo bueno debe aportar pruebas, lo bello, no. Si entiendes que para ver la realidad hay que mirar dos veces y para ver la belleza solo una, entenderás que la belleza solo es una flor pasajera.

martes, mayo 15, 2007

Reflejos

El tiempo es gaseoso, vacío, ingravitatorio. Las velas se consumen huérfanas de ti. Segundo a segundo arranco las horas al reloj.
Te busco en mí. Trazo, me detengo, fraguo mil figuras, destierro el universo, consigo enfocar y al final te dibujo a mi lado. Por unos instantes tu alma viaja mientras duermes. Estás, eres, vives, existes, habitas.
Tus ojos cerrados. Soy tu alguacil. Mis dedos acarician tu costado. Invento un salvoconducto para viajan por tu cintura. Arrastro ahogados susurros, extraños deseos, mudos gemidos. Veo a través de la oscuridad. Mi lengua, serpiente en tu cuello.

El aire se confunde con tu pelo, el espacio se mezcla con tu cuerpo. Mis labios encuentran los tuyos.

lunes, mayo 07, 2007

Dibujo en la pared

Salí del coche, deambulé por la calle durante toda la noche, llegué al barrio viejo. Mi sobriedad había sido acuchillada por el alcohol. En una esquina, encrucijada de estrechas calles, mis piernas fallaron, y caí de rodillas, absolutamente borracho. Una vieja gitana con un pañuelo en la cabeza, madre de todos los cíngaros, se acerco a mí.
- Quien dijo que nunca se aprende la lección. Toma esto, te ayudará a olvidar.
Mi ebriedad fue cómplice de mi desorientación. Su borrosa imagen duró unos segundos y desapareció al instante. Costaba entender que hacía yo sentado en la sucia acera, con una muñeca rusa en las manos. Volví al coche, lance la muñeca en el asiento de atrás y como pude, puse el coche en marcha. Acabe durmiendo dentro de él. Desperté cuando el sol explotó en mi cara al medio día siguiente. Me dirigí a casa. Antes de salir del coche vi la muñeca rusa en el asiento trasero. La llevé conmigo a casa.
Abrí la muñeca, como esperaba, en el interior apareció otra muñeca de menor tamaño, la volví a abrir, y así hasta que llegué a la muñeca más pequeña. En su interior había una píldora de color rojo. La miré, la examiné con detalle y la dejé receloso sobre la mesita de noche.

La botella de whisky me acompañó de nuevo aquella noche. Entonces todos los demonios vinieron a visitarme, con todos los recuerdos que había compartido con ella. Miré sobre la mesita de noche y creí oír de nuevo la áspera voz de aquella gitana.
-Esto te ayudará a olvidar.


Coloqué la píldora roja sobre mi lengua, y jugueteé con ella en mi boca, unos instantes. Un segundo más tarde la botella de whisky estaba situada sobre mis labios como un revolver apunto de disparar. Tragué.

Me descolgué por una larga madriguera y cada uno de mis recuerdos, como frutas maduras, fueron cayendo de mi árbol neuronal. Su imagen se fue borrando. Se fue quemando como fotos en el fuego. Hasta desaparecer por completo. Desperté al día siguiente ya no recordaba el color de sus ojos, ni la textura de su voz. Ya no recordaba el color de su pelo, ni recordaba sus besos. Ya no recordaba su nombre, ni haber estado jamás con ella. La había borrado por completo

Un año después mi vida era muy diferente, y aunque no había conseguido remontar el vuelo, había llovido mucho. Aquel mes fue extraño, yo diría que algo melancólico, triste. Vivía sumergido en la rueda autómata de una vida de duro trabajo.

Aquel mes fue sin duda un mes malo. Tuve una extraña sensación, sensación que se alargó en el tiempo. No podía dejar de mirar la pared desnuda de mi salón. Una obsesiva atracción devoraba mi atención sobre aquel muro.

Misteriosamente parecía ocultarme algo. Parecía quererme hablar. Acaricie la pared, una y otra vez, y sentí como su energía podía erizar el vello de mi mano. Al final me decidí, saque de la bolsa de plástico un algodón, lo puse en la boca de la botella y la giré. El aguarrás emborrachó todo sus hilos. Luego froté la pintura de la pared. Bajo ella apareció un dibujo hecho a carbón. Me dejé llevar por una mezcla de curiosidad y la ansiedad. Fui decapando toda la pared. Una hermosa mujer desnuda aguardaba bajo el esmalte. Cuando limpié toda la pintura pude contemplar el dibujo completamente. No sabía por que razón, pero mis lágrimas cubrían todo mi rostro.


miércoles, mayo 02, 2007

El día que me convertí en huracán

Salí de aquel distrito nacido del fuego y crecido en el hielo. Forjé en mi cabeza un millón de cerrojos. Entré en mi viejo automóvil, el motor rugió con un saludo letal. Aceleré y la dejé atrás. Los neumáticos arañaron el asfalto. Un sentimiento siniestro creció dentro de mí. Mi mente dibujo una gran piedra en la carretera. Empecé a sentir calor en mi tobillo mientras el motor gritaba a mi alrededor. Estrangulando aquel volante mis manos cambiaron de color. El veneno comenzó a hacer efecto hasta que por fin me abandoné. Por un instante pude sentir en mi mejilla la caricia de un beso.

- Eres aire, eres viento, eres huracán.