sábado, septiembre 09, 2006

Acuático sueño libídine


Aquel día fue uno de los más duros que recuerdo. Como una intensa granizada, todas las miserias del trabajo, valga el eufemismo, parecieron conjugarse para rebotar sobre mi. Llegué tarde a casa, y decidí darme un baño caliente. Llené la bañera. Encendí unas velas y puse música suave. Aquel era el ritual de relax para los días verdaderamente duros.

Me desnude en el mismo baño y me sumergí en el agua tibia. Mi mente se detuvo. En cinco minutos me quede absolutamente dormido dentro de aquel calido vergel de vapor y de tenues luces difuminadas.

Entre sueños sentí moverse el agua de la bañera, entreabrí los ojos y vi tu piel morena. Estabas desnuda entrando en el agua conmigo. Me mirabas a los ojos y sonreías. Jugaste un poco con el agua, aclimatándote a su temperatura. La superficie del agua estaba cubierta por una manta de espuma, eso hizo que no percibiera el movimiento subacuatico de tu mano, que como un pez se deslizó hasta tocar mi vientre. Me acariciaste dulcemente. Te mire con detalle, tenías el pelo mojado, un gracioso rubor en tus mejillas y tus pezones estaban endurecidos. Estabas preciosa. Te acaricie el cuello con mi mano, emitiste un suspiro. Te bese, tus rosados labios resbalaron sobre los míos. Sentí la punta de tu lengua acariciar la mía. El beso se extendió alcanzando barreras eróticas. Me perdí en él, me olvide del mundo, me relegue en el tiempo. No sentía ni frio ni calor, solo tu boca sobre la mía. La mano que yacía sobre mi vientre descendió, descubriendo mi excitación. Satisfecha sonreíste, alegrándote de ver que nos precipitábamos juntos por el mismo desfiladero. En unos segundos nos vimos haciendo el amor en el agua.



Me sentí tan dentro de ti que creí fundirme contigo. Nuestras respiraciones se acompasaron, y nuestro caminar fue sincrono de principio a fin. Abordamos el clímax al unísono, sintiendo entre jadeos y chillidos como nuestros pensamientos se trasformaban en orgasmo.

Etiquetas: